Perejil, salvia, romero y tomillo. ¿A nadie aquí presente le viene a la cabeza, con esta lista de ingredientes, la canción que Simon & Garfunkel rescataron de la tradición inglesa para la banda sonora de El Graduado? ¿Nadie quiere a ir pitando a la Scarborough Fair? ¿Todo el mundo está pensando en condimentar un asado? Suponemos que lo mismo le pasaría al dúo neoyorkino. Sin duda, acertaron con la combinación de hierbas y con el tema.
El romero es un arbusto que crece de forma natural en el sur de Europa y norte de África y uno de los ingredientes insignia del sabor “mediterráneo” –y también del Magreb–, solo o en combinación con algunas de las hierbas mencionadas en la letra ya mencionada. De aroma intenso y consistencia leñosa, sus características lo hacen especialmente apto para aromatizar carnes potentes (cerdo, cordero, conejo...) y aves, tanto horneadas como estofadas. Por esto mismo, es aconsejable usarlo con mucha moderación en recetas más suaves, porque tiene complejo de superestrella y tendencia a inundarlo todo con su sabor, y conviene tener la prevención de retirar las ramitas antes de servir o agregarlas bien picadas.
Vamos, romero, sal a bailar
El mismo mecanismo de la carne funciona a la hora de hornear patatas, tomates u otros vegetales, que multiplican su sabor cuando se combinan con ajo, romero y tomillo, la planta con la que forma pareja de baile. De igual manera, unas hojas de romero, sal gorda y buen aceite bastan para marcarse una focaccia (o una coca) de esas que te acreditan como aprendiz de panarra, mínimo.
Además, como dice el dicho que nos acabamos de inventar, “romero y parmesano van de la mano”, lo que significa que los quesos potentillos encajan a la perfección con este condimento.
Para aprender a dosificarlo sin miedo a que la comida nos sepa a Ajax Pino, una buena opción es infusionar aceite (o vinagre) con esta hierba durante unas horas, para después agregar gota a gota en ensaladas, quesos o cualquier otra preparación. Si quemamos las hojas justo antes de añadirlas al aceite y tapamos mientras transfieren su sabor, conseguiremos un efecto ahumado bastante interesante (nota mental, no dejar que el fuego se nos desmande).
En repostería, sorprende y da un punto herbáceo a chocolate, manzana y cítricos, y en coctelería, un pellizco sirve para tunear un Greyhound o un Gin fizz. Para paladares más moderados (o para días de semana) también es un buen complemento para limonada y aguas de frutas.
- Elaborado por El Amasadero