Tener en casa comino en grano es una buena idea y lo es por muchísimas razones: porque mantiene mejor el aroma que la versión ya molida, porque se usa en un porrón de recetas tradicionales y no tanto y porque –aquí vamos a detenernos un momento– es el aliado que estábamos buscando para ampliar nuestro consumo semanal de legumbres como... Un, dos, tres, responda otra vez: los garbanzos.
Si únicamente te vienen a la mente los callos a con garbanzos, existen otras muchísimas maneras en las que el combo garbanzo-comino enriquece la dieta sin necesidad de sumar 100.000 calorías por ración: en ensalada, en hummus casero (imposible que aún no te hayas atrevido con él) en falafel… Y lo mismo con otras legumbres, a las que completará en hamburguesas vegetales, untables o potajes, con verduras al horno o en adobos potentes para carne y pescado.
Devórame otra vez y otras salsas
Las semillas de comino, además de ser el ingrediente principal en las mezclas de curry en polvo (prepararlas en casa es sencillo, de verdad) son conditio sine qua non para los mojos canarios, el verde y el “picón”. Con tomate, se convierten en la “salsa de cominos” del cocido madrileño del que ya hablamos, y también pueden “mexicanizarse”, en combinación con algún toque del chile que te guste (o que soportes), orégano y unos granos de cilantro.
Solo un apunte a tener en cuenta: si nos pasamos de rosca con esta especia nuestros platos adquirirán un regusto como a sudor de lo menos suculento así que, por favor, mesura.
- Elaborado por El Amasadero